Existen múltiples beneficios para la salud atribuibles al ejercicio. Recientemente se ha investigado los beneficios que la actividad física podría tener sobre nuestra función cerebral, específicamente en cuestiones de la cognición y la memoria, y si pudiera tener un impacto para prevenir o mejorar una entidad llamada demencia.

¿Qué es la demencia?
La demencia es un síndrome neurológico, que se manifiesta con la pérdida o trastorno de las facultades mentales, en la mayoría de los casos la pérdida es progresiva, puede caracterizarse por alteración de la memoria, procesamiento de información o trastorno de la conducta. Es importante hacer énfasis, que puede tener múltiples causas, algunas son reversibles y algunas desgraciadamente no lo son. Algunos de los tipos de demencia progresiva mas comunes son: La enfermedad de Alzheimer, demencia vascular (relacionada a infartos cerebrales), y demencia fronto-temporal (previamente llamada enfermedad de Pick). No profundizaremos en describirlas, porque se podrían escribir libros sobre cada una de las causas de demencia. Otras causas de demencia se consideran reversibles, como la deficiencia vitamínica B1, B12, enfermedad tiroidea (baja o alta), alteraciones metabólicas (hepáticas, renales, calcio, sodio), infecciones y depresión. Si se detectan a tiempo, y el tratamiento se inicia, se puede revertir, por eso las demencias siempre deben ser valoradas por un neurólogo.
¿Puede ayudarnos el ejercicio en conservar nuestras facultades mentales?
En general, se ha descrito que el ejercicio físico, una dieta balanceada, sueño reparador, actividades mentales estimulantes y limitar la ingesta de alcohol, promueven una buena salud cerebral.
Algunos estudios han mostrado que el ejercicio aeróbico incrementa la atención, la velocidad de procesamiento, función ejecutiva y memoria en adultos mayores de 55 años. Sin embargo, estos estudios han sido limitados, con una baja cantidad de individuos y sin ser aleatorizados (esto es distribuir aleatoriamente individuos en 2 grupos: control e intervención, para eliminar sesgo al realizar el estudio y analizar resultados).
Se realizó otro estudio con 132 pacientes de edades (20-67 años) sin problemas cognitivos. Para calificar al estudio, debían ser diestros y no fumadores. Requerían ser sedentarios y con un condicionamiento físico por debajo del promedio. Los pacientes elegibles al estudio, se asignaron a 2 grupos de ejercicio, el primero a ejercicio aeróbico (aumenta la frecuencia cardíaca) y el segundo grupo se asignó a un régimen de estiramientos y tonificación (mejorar flexibilidad y fuerza).
Cada grupo con 66 pacientes y con el mismo porcentaje de hombres y mujeres. Mismo rango de edad, altura, peso y función cognitiva previo al estudio. Se le dio seguimiento por 6 meses. Al final del estudio se compararon los 2 grupos. El ejercicio aeróbico demostró mejoría en la función ejecutiva cognitiva, en particular en los pacientes de edad avanzada. Aunque es imposible con este estudio determinar cuál fue la razón por lo que el ejercicio ayudó, se cree que el incremento de captura de oxígeno podría influir en la función cerebral. Además, el ejercicio de rutina mejora el sueño, lo que tiene un efecto positivo en la cognición.
Lo importante es que el ejercicio parece mejorar la cognición, y que nunca es tarde para comenzar.
Referencias
- Stern Y. Effect of aerobic exercise on cognition in younger adults: a randomized clinical trial. Neurology 2019;92:e905–e916.
- Doria J. Exercise: Can this help to improve or preserve cognitive function throughout adulthood? Neurology, 2019.